Cuando me sumergí en Alas de Hierro, la esperada secuela de Alas de Sangre (Fourth Wing), esperaba un libro que mantuviera el nivel de intensidad, acción y desarrollo de personajes que Rebecca Yarros presentó en la primera entrega.
Sin embargo, mi experiencia con este libro fue una montaña rusa, con altos y bajos que no dejaron de sorprenderme. La primera mitad del libro, lamentablemente, me resultó casi insoportable, mientras que la segunda mitad me tuvo al borde del asiento, dejándome con ganas de más.
Una Trama Dividida: Ritmo Inconsistente y Desarrollo del Romance
El mayor problema que encontré en Alas de Hierro fue su ritmo inconsistente. La primera mitad del libro se siente como una prolongación innecesaria del drama romántico que ya se había desarrollado en Fourth Wing. En lugar de avanzar en la historia, Yarros se sumerge en la angustia amorosa entre Violet y Xaden, con diálogos que a menudo caen en la repetición y la superficialidad. Frases como «¿Cómo puedo conocerte mejor?» o «Joder, tienes un culo buenísimo» son comunes, y aunque algunos podrían ver esto como parte del estilo característico de Yarros, para mí, este tipo de charla obscena parecía que no encajaba y me daba un poco de vergüencilla.
La pregunta que me rondaba la cabeza era: ¿por qué nadie sugirió acortar esta parte del libro? Se podría haber reducido considerablemente para centrarse en aspectos más interesantes de la trama, como la política y la magia de este mundo, que afortunadamente, logran brillar entre las teatralidades de Violet y Xaden.
Personajes Secundarios y Dinámicas: El Verdadero Corazón de «Alas de Hierro»
Donde Alas de Hierro realmente comienza a destacarse es en el desarrollo de los personajes secundarios y las dinámicas entre ellos. Yarros logra dar vida a personajes como Rhi, Sawyer y Ridoc, haciendo que sus interacciones sean frescas y emocionantes. La camaradería que se forma entre estos personajes añade una profundidad muy necesaria a la historia y proporciona un respiro bienvenido de la trama principal que, en ocasiones, se siente sobrecargada de drama.
Además, los nuevos personajes introducidos en esta secuela traen consigo nuevas tensiones y relaciones que enriquecen aún más la narrativa. La voz de los dragones, por ejemplo, se convierte en uno de los aspectos más encantadores del libro. También disfruté de la figura de Varrish como villano, uno de los pocos elementos que encontré realmente cautivadores en la primera mitad del libro.
Acción y Suspenso: La Segunda Mitad que Redime al Libro
Cuando finalmente llegamos a las escenas de acción en el clímax de la novela, todo lo que había soportado en la primera mitad valió la pena. Las batallas son intensas, llenas de suspenso y dramatismo. Yarros demuestra una vez más su habilidad para crear escenas que te mantienen al borde del asiento, incapaz de apartar la mirada de la página.
El final, aunque algo predecible, logró emocionarme y me dejó con un fuerte deseo de leer la siguiente entrega. Es en esta segunda mitad donde Alas de Hierro se redime y me recuerda por qué disfruté tanto de Fourth Wing. Admito que incluso derramé algunas lágrimas en el proceso, lo que habla de la capacidad de Yarros para conectar emocionalmente con sus lectores, incluso cuando la trama no es perfecta.
Conclusión: Reflexiones sobre el Futuro de la Serie «Alas de Hierro»
Tras terminar Alas de Hierro, me encontré con sentimientos encontrados. Por un lado, estoy intrigado por el anuncio de que están planeados tres libros más en la serie. Por otro lado, no puedo evitar preguntarme si la historia tiene suficiente vida para sostener más de 600 páginas en cada libro. La sensación de que podría haber un intento de exprimir la gallina de los huevos de oro es difícil de ignorar.
A pesar de las críticas, hay algo en la escritura de Rebecca Yarros que me mantiene enganchado, y estoy seguro de que seguiré leyendo esta serie. Sin embargo, espero que las futuras entregas logren encontrar un mejor equilibrio entre el desarrollo de personajes, la acción y la trama, para evitar los altibajos que experimenté con Alas de Hierro.